Pongamos que, al menos,
tengo una foto tuya.
Que recuerdo, con tan solo
cerrar mis ojos, el terciopelo
de tu piel,
tu sonrisa de luna menguante
y el perfume de tu mirada.
Digamos que te encuentras
al otro lado de la pantalla
tratando de descifrar
el enigma
que guardo entre mis versos,
tan solo porque no tienes
nada mejor que hacer.
Pobre infeliz que malgasta su tiempo
en escribir a alguien que no existe,
pensarás. Al menos
cuando soy poeta
puedo permitirme el lujo de inventarte.
Al menos cuando soy poeta puedo permitirme el lujo de inventarte.
ResponderEliminarescribir tiene un poder infinito, podemos invertarnos hasta a nosotros mismos.
un abrazo
Muy cierto... :)
ResponderEliminar