De tanto guardar casi me rompo
de tanto llorar, casi me ahogo.
Marchita deshojé las ilusiones
guardé entre los recuerdos
del pasado todas mis emociones.
Me vestí de armadura
bien forjada.
Las flechas del sentir
las esquivaba
dejando ecos
sin nombre en la memoria
detrás de cada noche,
madrugada.
Creí que no era yo la que gritaba
dentro del yelmo ni siquiera
era capaz de tiritar.
Pensé que tal vez había gastado
el corazón de tanto usarlo,
palpitando, en mil pedazos.
Puzzle inacabado.
Pero hay flechas que
derriten armaduras
dejando ecos con nombre
en la memoria
y visten de escalofríos
de deseos
las marchitas ilusiones.
De tanto desear, me recompongo.
De tanto sonreír, ya salgo a flote.
después de romperse y ahogarse...
ResponderEliminar...recomponerse y salir a flote
te leo
beso desde Madrid
Gracias!!! Siempre intentar salir a flote.
ResponderEliminar